Situada a orillas del río Misuri, Omaha es la ciudad más grande del estado norteamericano de Nebraska. Allí nacieron, entre otros ilustres, los actores Marlon Brando y Fred Astaire, el tenista Andy Roddick o el activista Malcom X. También Todd Storz, un intrépido empresario que en 1949 adquirió la emisora local de radio KOWH. Por entonces, su parrilla se basaba en una amplia variedad de espacios, casi todos patrocinados, donde la música apenas presentaba un valor diferencial. Aún faltaban casi diez años para que la agencia de publicidad Sterling Cooper “abriese sus puertas” en la avenida Madison de Nueva York.
A Storz no le apasionaba aquella programación, cuyo encanto perdía fuerza frente a una competencia demasiado homogénea y al atractivo de una televisión que por entonces iniciaba su deslumbrante andadura. Cavilaba una noche sobre posibles alternativas cuando, tomando cerveza en una taberna, reparó en que la ya cotidiana jukebox repetía una y otra vez las mismas canciones, seleccionadas ¡y pagadas! mediante la correspondiente moneda por jóvenes que amenizaban su tiempo de recreo con los incipientes éxitos del rock and roll. Storz se dio cuenta de que podría trasladar a su emisora la misma lógica de programación: la repetición pautada de las canciones más populares del momento. No podía imaginar que aquella ocurrencia significaría el alumbramiento del hoy celebérrimo formato Top 40, así bautizado porque la capacidad estándar de esa ‘caja de música’ era precisamente de 40 discos.
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